El mito de las grandes palabras
En nuestra sociedad, las grandes palabras de libertad, democracia y progreso figuran en el frontispicio de todas las instituciones y de todas las mentes: son pronunciadas miles de veces cada día por los políticos y por los no políticos; ocupan la mayor parte del espacio cultural en los medios de comunicación, y son referencia obligada de cualquier discurso, sea éste del signo que sea. ¿Quién no acude a estas palabras como supremo y a menudo único argumento en debates, discusiones o acusaciones? ¿Y quién no se siente intimidado y hasta amenazado de marginación cultural o social, cuando su pensamiento o proceder son sospechosos de no ajustarse al “talante” progresista y democrático? Porque hoy en día, el problema a dilucidar y debatir no es si algo es verdadero o falso, justo o injusto, bueno o malo, sino si es o no es democrático y progresivo: he aquí el único criterio para juzgar pensamientos y acciones, tanto en la vida colectiva como en la individual.