Mi querido amigo Cura
Lo veo celebrar la Santa Misa con una devoción conmovedora. Es joven, alto, atlético, le gusta el fútbol con pasión, y, a veces, tiene que medir su impulso porque es un “culé” impenitente y demasiado vehemente, aunque le cueste disimularlo ante los feligreses de otras simpatías deportivas. Antes de sentir la fuerte llamada de Dios, estudiaba en la Universidad, formaba parte del equipo de fútbol universitario, terminó su licenciatura y su doctorado en Derecho. Se le presentaba un futuro prometedor, como dice con cierta cursilería la gente de la calle. Tenía una novia encantadora y con ella forjaba sueños y más sueños. (Un día me enseñó su fotografía y, en efecto, era una muchacha muy bonita).