Coste económico del secesionismo catalán
El castigo económico que está originando el independentismo catalán es inmenso, pero todavía no se puede cuantificar, hasta que la locura no acabe, y eso llevará décadas.
Décadas de fomento del independentismo no se resuelven con el artículo 155: con él, se restablecerá el Estado de Derecho, pero el precio económico y social tardará otras décadas en cuantificarse y reponerse, y eso que soy de los “optimistas” que piensan que el secesionismo catalán se irá difuminando, a fuerza de realismo de independentistas y no independentistas.
¿Cuál es el precio, a fecha de hoy, de la locura independentista? Se dan cifras, pero en mi opinión con frecuencia parciales. No sólo hay que contar la fuga de bancos y empresas a partir del 1-O, sino los miles de empresas que se han ido desde que empezó a despegar el independentismo en Cataluña, que podríamos situar en unos 7-10 años atrás.

Ya sé que todos nos consideramos gente de bien y de orden, pero todos no lo son. La gente de bien y de orden es la gente que quiere paz, que su preocupación principal es el trabajo y la familia y que no tiene sueños revolucionarios, ni está con proyectos excluyentes, ni se siente dentro de una democracia madura subyugado a ningún estado opresor y lo único que pide es la convivencia, no la victoria de nada ni de nadie.
El sufrimiento es inseparable de la condición humana, y ninguna ciencia, ninguna técnica, ninguna filosofía podrá erradicarlo jamás de nuestra vida: como la sombra que proyecta el caminante en su andar, el sufrimiento nos acompaña siempre allá donde estemos, y sean cuales sean las disposiciones que tengamos. Compartimos con los animales el dolor físico; pero es exclusivo de los hombres el dolor moral, el más profundo y el que más nos hace sufrir. El animal no tiene autoconciencia, y su dolor es ciego, sin connotaciones dramáticas; el dolor del hombre, por el contrario, va empapado de la inquietud torturante del pensamiento, del sentimiento y del deseo, que intensifican el sufrimiento hasta el límite de la desesperación y de la tristeza.