La victoria de Pedro Sánchez
Para relativizar cuanto pueda decir en estas líneas, he de reconocer que casi daba por hecho que saldría elegida Susana Díaz. Pero no es el único fallo de pronóstico que he tenido en estos meses, porque tampoco pensaba que saldría adelante el Brexit y que era imposible que Donald Trump resultara elegido. Como yo, parece que en estos tiempos de ebullición social y política hay variables que no sabemos valorar o medir, por lo que hemos de replantearnos el “pulso” que percibimos en la calle, en los medios de comunicación, en las tertulias políticas, porque está claro que hay circunstancias que los electores perciben con más intensidad o de modo distinto a lo que desde los medios de comunicación valoramos de otra manera.
Pedro Sánchez ha ganado por mayoría abrumadora, y en la Comunidad Valenciana también, de modo muy significativo en la provincia de Castellón. Ximo Puig se alineó con Susana Díaz en el famoso 1 de octubre para defenestrar a Sánchez –junto con otros barones socialistas muy conocidos y relevantes– y para auparla a la secretaría general, pero no ha sido así.
España: ¿Es una nación de naciones?
El castellano Bernal Díaz del Castillo, uno de los más valientes y capacitados capitanes de Hernán Cortés, en su interesante libro “La historia verdadera de la conquista de Nueva España” alude al origen natalicio de Ochoa, soldado de Hernán Cortés. Ochoa, de nación vizcaíno. En este caso, la acepción de nación hay que tomarla en su sentido más elemental y primario…”. La tierra en la que hemos nacido.(igual que la Patria es la tierra de nuestros padres) Por ejemplo, los estudiantes que acudían a Salamanca procedentes de otros lugares de España eran conocidos como los naciones, equivalentes al castizo madrileño los de provincias.En esta acepción la nación no tenía nada que ver con la soberanía. Es esencialmente telúrica. La soberanía es un atributo del Rey y por eso se le llamaba el soberano(actualmente, como una reminiscencia simbólica del pasado algunos periodistas todavía llaman a nuestro Rey el soberano).
La imagen de Pablo Iglesias
Andan preocupados, y con motivo, por la imagen de su líder, Pablo Iglesias. La valoración que recibe es cada vez menor y el calificativo de “partido emergente” empieza a adquirir tintes de “partido decadente”, probablemente por deméritos de Iglesias.
La imagen de Pablo Iglesias es agresiva, rupturista, brusca, prepotente, con aire de superioridad permanente, con azotes parlamentarios y extraparlamentarios que le hacen distante en vez de cercano a los problemas reales de los españoles. Grave error el suyo cuando se presentó como vicepresidente de un gobierno con Pedro Sánchez. Graves errores sus salidas de tono en el Congreso, aunque le jaleen quienes desean “dar palos” al poder político sin salidas viables y razonables. En diversas ocasiones, Iglesias ha sido maleducado.
Políticamente incorrecto
En esta última década, el periodismo ha puesto en circulación una palabra para calificar aquellas ideas que son aceptadas o rechazadas por el sentir político y social automáticamente, sin necesidad de reflexión o valoración racional alguna: lo “políticamente correcto” o lo “políticamente incorrecto”. Decir que tal o cual opinión no es políticamente correcta equivale a decir que suscita escándalo y rechazo en el pensamiento mayoritario e impositivo de nuestra sociedad. Es un calificativo muy acertado, ciertamente, porque hoy la política tiende a invadirlo todo, inclusive el ámbito íntimo y autónomo del pensamiento de las personas. Y ello puede ser letal para el ejercicio de la verdadera democracia. Cuando una determinada idea resulta “correcta” o “incorrecta”, quiere ello decir que, de hecho, se ha impuesto en la sociedad una ideología totalitaria, a pesar de que se proclame el principio sagrado del pluralismo, y que, también de hecho, la libertad de pensamiento se encuentra restringida en su ejercicio, por más que se diga continuamente lo contrario.