“Podemos”, contra Amancio Ortega
Podemos ha enfilado a Amancio Ortega, porque es el exponente del éxito de la iniciativa privada frente al estatalismo a ultranza que pretende el partido de Pablo Iglesias.
Podemos busca anular la vida social, cultural y empresarial, y convertir al Estado en único proveedor de servicios ciudadanos. En definitiva, adueñarse del tejido social, para domesticarlo, que sirva a sus intereses ideológicos y plataforma para un crecimiento en votos para su partido. Para esa estrategia, Amancio Ortega, el máximo accionista de Inditex, es un obstáculo, personifica lo que la formación podemita desea desterrar, alegando los derechos humanos y la dignidad humana.
Guerra educativa
Soy de los que piensan que sería muy deseable un gran acuerdo social y política sobre las leyes de educación. Es un área que, lejos de partidismos políticos, debería tener un marco estable, ajeno a los vaivenes, en beneficio de la propia educación, de los gastos de las familias, de los alumnos y de los profesores. El máximo exponente de no desear un acuerdo amplio es el actual Consell, con un Vicent Marzà que ha movilizado a toda la sociedad valenciana, por su empeño en imponer el valenciano, por su afán de reducir todo lo que pueda la enseñanza concertada, por no dialogar.
General Aranda
Londres, Qatar… y Banco Popular
Los últimos atentados de Londres, la ruptura de relaciones diplomáticas con Qatar y la venta por un euro del Banco Popular tienen en común la desinformación.
No son pocos los conocidos y amigos que estos días me preguntan por estas tres cuestiones, como si un periodista fuera un experto en todo, en cuestiones de terrorismo internacional, financiación del terrorismo y batacazos bancarios. Siento defraudarles, pero les reconozco que noto una falta considerable de información, por más que pueda tener algo más que un ciudadano que no se dedica al periodismo.
Una vez más, me he acordado de que la primera víctima en una guerra es la verdad. La información objetiva se vuelve a echar en falta, hasta de modo escandaloso, y se aviva la sensación de que la realidad no interesa darla a conocer, por parte de quienes tienen responsabilidades de gobierno y los grandes grupos bancarios y económicos. Se repite la historia, que ya sabemos, pero que duele cuando se ven las víctimas, que en el fondo somos todos.
La crisis del sentido común
En medio de las opiniones humanas, tan múltiples y dispares, el sentido común constituye la base fundamental en la visión de la realidad y en el entendimiento entre los hombres. Hay, en efecto, una facultad común, propia del entendimiento humano, que nos capacita para ver y juzgar ciertas realidades de la misma manera, a pesar de las discrepancias en muchísimas otras cosas; así como existe un instinto congénito en las tendencias y sentimientos, existe también un instinto natural en la percepción de la realidad y la verdad, y del que no podemos sustraernos sin caer en la insania mental. Es este instinto el que nos orienta con seguridad en la vida y el que nos proporciona criterios de racionalidad elemental en los juicios que hacemos sobre las cosas y las personas. Porque no todo en la vida es opinable y discutible: ciertas cosas de lo humano son tan claras, como la luz del sol, y tan comunes, como la propia naturaleza que nos iguala a todos.
Marzá en su laberinto
Vicent Marzà, el conseller de Educación, se ha metiendo en un laberinto descomunal. Lo peor no es que él se haya metido, sino que ha metido a todos los padres y alumnos de la Comunidad Valenciana en un polvorín, que aumenta conforme pasan los días. Y, desde luego, Marzà hace lo que hace porque su avalista, Mónica Oltra, está detrás de la política educativa que ejecuta el castellonense, generando protestas multitudinarias, inestabilidad profesional que denuncian los sindicatos, malestar en las familias que no saben a qué centro llevar a sus hijos por el polémico “decreto Marzà” de la enseñanza plurilingüe o por los conciertos.