La celebración del Día Internacional de la Familia, el próximo día 15, merece alguna consideración sobre la familia. La mayoría reconocemos que es muy importante, la institución básica de la sociedad, y a la vez es frecuente una diferente concepción, unos aceptando que está muy amenazada y debilitada –evito la expresión “crisis” a propósito, por demasiado utilizada y no siempre bien entendida-, y otros hablando de una hipotética evolución moderna que quiere anular pilares básicos.
La familia genera muchos debates. Hay quien habla de ella como algo idílico, o incluso utópico a la vista de la realidad.
La visión antropológica que cambia el concepto natural –“natural”, no “tradicional”- de familia, la devaluación del matrimonio y el desprecio del compromiso son tres auténticas bombas demoledoras para la familia.
No soy pesimista, ni por modo de ser ni a la hora de escribir sobre esta cuestión: es una realidad que veo por muchos lados, y la ceguera ante la realidad no es optimismo, sino infantilismo, debilidad o inmadurez para afrontar los problemas.