La feria de las vanidades

En la aldea global en la que se ha convertido nuestro mundo, los medios de comunicación, y muy especialmente los audiovisuales, han impuesto la frivolidad, el pasatiempo y la estulticia como el ámbito permanente en el que se mueve la vida mental de innumerables personas. Son miles de horas las que la gente pasa ante la pequeña pantalla mirando y escuchando, centenares las que dedica a leer u hojear ciertos periódicos y revistas; pero todo ese tiempo no se traduce ni un gramo de progreso en conocimientos formativos y en cultura, sino más bien lo contrario. El hecho sociológico es incontestable: muy probablemente, la mayoría de la gente adicta a la televisión no sabe por qué país discurre el río Ganges, por ejemplo, pero estarán enterados al detalle de la vida y de los escándalos de la famosa de turno, o de las vicisitudes del fichaje de un popular futbolista.

El origen íbero del valenciano II

  1. Más cientifismo en la Batalla de Valencia: la ‘hostia ibero-catalana’

El Ministerio de Cultura de España, generoso con lo que suponga fomentar el expansionismo catalán, sembrar el caos territorial y destruir a los valencianos, otorga subvenciones para editar obras como ‘Los vínculos europeos del substrato íbero. Substrato en  el catalán’ (Barcelona, 2009), de Joan C. Vidal (Vilafranca del Penedès, 1975), iberista que participa junto al colaboracionista Rafael Carril de Játiva en las actividades de la Fundació d'Estudis Històrics de Catalunya. Ayudando al futuro ‘Imperi Català’, el iberista Vidal también cuida la nomenclatura para que lo ‘valenciano’ sea gentilicio a destruir, innombrable. Así, tratando de protolenguas o idiomas de los siglos oscuros medievales, cita al... ¡levantino!:

«vasco, castellano, mozárable levantino, aragonés, portugués, etc.» (Vidal, p.20).

El origen íbero del valenciano I

En septiembre de este 2013, pensando en la controversia sobre las raíces iberas del valenciano (escaramuza estival entre insólitos personajes, dentro de la Batalla de Valencia), fui a observar el nacimiento del Ebro. En Fontibre contemplé el pequeño estanque y manantial considerado, hasta hace poco, origen del río que da nombre a la península Ibérica. Al lugar acuden numerosos visitantes desconocedores de que nace 20 kilómetros arriba, en el Alto Campoo. Hacia allí, remontando el cauce del Híjar, llegué al verdadero punto  cero. Fue en 1987 cuando unos científicos del Instituto Geológico y Minero colorearon las aguas del Híjar y, como un Guadiana, observaron que resurgían en el manantial de Fontibre. Hasta esa fecha, quien hubiera negado que el Ebro nace en Fontibre hubiera sido catalogado de ignorante o visionario. El interés en que el turismo siga dejando beneficios mantiene el equívoco. Aquel día, mientras Fontibre rebosaba de turismo patrio, en la magnífica fonda ‘La Casuca’, junto al Híjar, estábamos cuatro gatos.

Un “procés” contra todos

Los independentistas catalanes se parecen, cada vez más, al conductor de la autopista que piensa que todos van en dirección incorrecta, menos él.

Ya no es sólo el Gobierno, ni los partidos constitucionalistas PP-PSOE-Ciudadanos, ni los jueces, ni la policía. Los secesionistas catalanes ahora tienen otro “perseguidor” para añadir en la lista: Alemania, porque su justicia detuvo a Carles Puigdemont y lo mantiene en prisión.

Pocas horas bastaron, para que los partidarios del “procés” se manifestaran, entre otros lugares, frente al consulado alemán en Barcelona, y se oyeron gritos como “Europa es una vergüenza”.

En el chiste de la autopista, un conductor circula, y oye por la radio: “¡Atención, tengan cuidado, un conductor circula en sentido contrario!”. Y un conductor que lo oye, responde: “¡Uno, no, todos!”. Todos, excepto los independentistas, estamos equivocados: podrían reflexionarlo un poco más, respetar a las personas de verdad.

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