La muerte de la verdad

Como ocurre con las grandes palabras que se invocan cada día en nuestro mundo, la verdad es destruida por los mismos que dicen defenderla, no conscientemente, sino por los muchos prejuicios y pasiones que condicionan la visión real y objetiva de las cosas. Es humano equivocarse y caer en el error, y este es el mal que está en la base de todos los demás males morales que padecemos, porque ningún bien puede hacerse si no es en la verdad y con la verdad. El mal de las equivocaciones lo vemos cada día en las relaciones de las personas, pero los atentados más graves a la verdad se producen en las ideas y opiniones que circulan en el ámbito público, como son los medios de comunicación, los movimientos sociales y culturales, o la política; es aquí, en lo que podemos llamar “el mundo”, donde se produce la muerte de la verdad a escala planetaria y cuyas consecuencias afectan muy directamente a la vida de los individuos.

Catalanes ante el 21-D

El CIS pronostica una participación récord el 21-D, pues hay un 85% de encuestados que aseguran que votarán con toda seguridad. La movilización va a ser máxima, y es que anda mucho en juego.

En Cataluña se están sufriendo las consecuencias de la locura secesionista. A todos los niveles: en el empleo, en el turismo, en la economía, en inversiones, en todo. Difícil es que un catalán se mantenga al margen el 21-D, con la ocasión que brindan las urnas de que el sentido común vuelva, que el “seny” reaparezca.

Algunos piensan que lo de Cataluña, tarde o temprano, acabará en independencia. Yo no pienso igual. Tal vez es útil recordar a quienes preveían que el País Vasco se independizaría, y ya vemos que no ha sido así, y ha ido cayendo el independentismo vasco, así como el terrorismo de ETA, que lo preconizaba. Al menos no hay ese tipo de terrorismo en Cataluña, aunque sí lo hay en forma de violencia esporádica y de un clima de convivencia que para muchos es irrespirable.

Rodillo Marzá de nuevo

El conseller Marzà llegó con unas prioridades muy conocidas a la Consellería, y no deja de insistir. El polémico decreto plurilingüe fue aparcado tras nueve recursos en los tribunales y numerosas protestas en las calles de la Comunidad Valenciana. Quería imponer el valenciano, y sigue queriendo hacerlo, ahora con más prisa incluso por la proximidad de las elecciones autonómicas, dentro de menos de año y medio.

Si el totalitarismo es pernicioso, sumemos ahora las prisas, y es más que peligrosa la mezcla explosiva, pues las prisas son malas consejeras, y en educación hay que pensar muy bien los cambios, escuchar a los padres, profesores y sindicatos, sin hurtar en ningún momento el debate. La educación debería ser una materia en que una amplia mayoría esté de acuerdo, sin vaivenes constantes según el partido político o partidos que gobiernan, pero es un deseo que Marzà no comparte: él quiere imponer el rodillo, no escuchar.

La influencia del laicismo en la vida social española

UNA TAPADERA DE LA APOSTASíA COLECTIVA DISFRAZADA DE CONSENSO

Se da en amplios sectores de la población española un fenómeno generalizado de desinformación, empleando el término en la acepción de la Real Academia de la Lengua: “ Dar información intencionalmente manipulada al servicio de ciertos fines”. Esa información, como puntualiza Núñez Ladeveze, con frecuencia es “técnicamente correcta” desde el punto de vista de una valoración aislada de cada acontecimiento, pero –y esto es lo peligroso– es utilizada “como cortinas de humo o factores de diversión respecto a otras noticias más trascendentes que se desea enmascarar o diluir en su importancia dentro del conjunto”. De ese modo se convierte en desinformación”. 

Los fascistas

Violencia callejeraBenito Mussolini, antiguo socialista, fue el fundador del fascismo. La palabra fascismo proviene de las fasces, símbolo de la autoridad y de la excelencia de los magistrados romanos. Eran unas ramitas de abedul atadas por unas cintas de cuero de color escarlata que envolvían una segur y que portaban sobre los hombros los lictores que precedían a los magistrados en los actos oficiales.

Las fasces para Benito Mussolini representaban la reivindicación de la grandeza imperial de Roma.

Normalidad sin ventajas para Cataluña

La expresión “recuperar la normalidad en Cataluña” tras la locura secesionista puede resultar equívoca. No debe traducirse en otorgar ventajas económicas, inversoras ni fiscales, porque sería una injusticia.

Pero la “normalidad” puede llevar a Rajoy a plantearse ­ –que parece planteárselo– otorgar beneficios fiscales o económicos a Cataluña para que se rehaga con mayor rapidez y eficacia, y es tentador para él pensar en algo así en plena campaña electoral catalana.

Pablo Casado ya lo dijo la semana pasada. El ministro de Economía, Luis de Guindos, pareció zanjar la cuestión alegando que el mero atractivo y capacidad de los catalanes debe bastar para que regresen bastantes empresas y la economía catalana se rehaga. Los temores están muy instalados en el PP, y existe disconformidad, porque dar ventajas es anular reivindicaciones de una mejor financiación en diversas comunidades autónomas, y aparcar inversiones en otros lugares que las demandan históricamente.

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