Humanizar las tragedias
Las tragedias humanas, los sucesos, ocupan buena parte de los medios de comunicación, con frecuencia abriendo un informativo o en la portada de un diario. El “éxito” que tienen en audiencia y lectores parece justificar su amplia cobertura, pero por eso mismo se requiere un esfuerzo especial para humanizar este tipo de acontecimientos, y hasta poner en entredicho que sean lo más importante para un medio de comunicación. Desde luego, no lo son para quienes pensamos que la información debe ayudar a dignificar a la persona, recogiendo la realidad que más ayuda a las personas, huyendo del sensacionalismo y buscando la calidad de la información siempre.



El cristiano necesita saber qué actitud ha de tomar ante los hombres y ante la vida, porque de la actitud deriva siempre la calidad del comportamiento. Pero no todos tienen una idea clara sobre tan importante cuestión. Sin duda alguna, la actitud del cristiano no puede ser otra que la presentada en el Evangelio; pero ¿cuál es en concreto? ¿Qué implica pensar y sentir según el espíritu de Cristo? La cuestión es más profunda y compleja de lo que se supone, porque el Evangelio, en su aparente simplicidad, nos prescribe dos actitudes ante la vida, cada una de las cuales parece negar a la otra: la radicalidad y el espíritu de comprensión. No hallamos esto en las doctrinas humanas.