Mundial nauseabundo
El Mundial de Qatar ha hecho historia desde el mismo momento que se aprobó celebrarlo allí, haciendo bailar a todas las ligas del mundo al ritmo de los petrodólares. Escandalizarse ahora porque se están descubriendo sobornos a eurodiputados, o se escribe sobre la compra de jugadores de Ecuador en su partido contra Qatar, suena a ingenuidad. La corrupción no existe si dos no quieren, y en este caso, desde el comienzo, todo olía a podrido, sin contar con pruebas delictivas, como ahora se están descubriendo. Se han construido los estadios bajo unas intolerables cifras de obreros fallecidos y desarrollando su trabajo en condiciones infrahumanas, con informaciones que se iban diluyendo. Hablar ahora de escándalo apela a la responsabilidad de muchos, también la opinión pública mundial, y de modo especial de la FIFA.