Los papeles de Manglano
La última vez que puede charlar con Emilio Alonso Manglano fue el 3 de Octubre de 2003, en los jardines de la Embajada de la Republica Federal de Alemania en Madrid, donde se celebraba la unificación de las dos Alemanias, Fiesta Nacional del país. Recuerdo que el Embajador alemán pronunció unas amargas palabras de despedida pues acababa de ser cesado como consecuencia de unas imprudentes declaraciones públicas.
La noche del principio del otoño era hermosa, en el jardín frente al paseo de la Castellana. Pero el ambiente parecía haberse conjurado para ser deprimente. El General Alonso Manglano, habitualmente positivo y optimista, me contó sus penas, su tremenda decepción por la forma inmisericorde con que le había tratado el Gobierno, el Ejército, la prensa y la sociedad en su conjunto, ignorando lo mucho que él había hecho por España a lo largo de su vida. Acabó confesándome su propósito de abandonar el país, trasladarse a los Estados Unidos y no volver nunca más.