Incoherencias, chapuzas y choques por la pandemia
Quien tenía dudas del civismo de los españoles para vivir las medidas sanitarias que se van aprobando, después de más de un año le han desaparecido. Que en algunos lugares o un reducido número de los 47 millones de españoles no las vivan no empaña la afirmación anterior.
Sin embargo, civismo no significa sumisión cerril de los ciudadanos, mutismo de las organizaciones sociales competentes o aceptación acrítica por parte de la sociedad. Los gobernantes deben escuchar a la sociedad –a la que dicen “servir”– e ir de la mano, sin suplantarla ni ignorarla, una y otra vez.
Nos molesta que las autoridades sanitarias, en ocasiones, decidan o cambien de criterio engañándonos, o no dando las razones, o no dialogando con los sectores afectados, como es el caso de los centros escolares, las residencias de mayores o la hostelería, por poner algunos ejemplos en que ha faltado diálogo, escucha previa.