UN TORRENTE de NORMAS
A estas alturas del desastre de la manida DANA de la Comunidad Valenciana ya todo está dicho. Seguramente la magnitud de la riada hizo difícil evitar el caos y buena parte de los daños tanto personales como materiales. No obstante, conviene empeñarse en la escabrosa tarea de divulgar las normas, al amparo de las cuales debió haberse gestionado el necesitado socorro.
Estas líneas, probablemente, son las que menos esfuerzo me va a suponer escribir de todas las que he podido pergeñar. La razón estriba en que me limitaré, en gran medida, a copiar párrafos de algunas de las leyes que son de aplicación en estos supuestos. Parece mentira que, con la previsión que ha tenido el legislador para prever estos hechos, los resultados prácticos hayan sido tan nefastos, tan incomprensibles, tan injustificados y tan dañinos.