Lo que está sucediendo estos días en la Comunidad Valenciana es lamentable, esperpéntico e, incluso, increíble. El motivo es que cada partido que integra el Gobierno valenciano está dando su opinión, en público, de si hay que confinar o no ante el alarmante incremento de contagios, ingresos y fallecimientos.
El desconcierto ciudadano es máximo. No es para menos, ante una situación tan grave, airear las diferencias –que son muchas– en los partidos que integran el actual Consell: socialistas, Compromís y Unidas Podemos.
Tal nivel se ha alcanzado que, hace una semana, empresarios y sindicatos (CEV, UGT y CCOO) pidieron expresamente al presidente de la Generalitat Valenciana, el socialista Ximo Puig, que las discrepancias entre los miembros del tripartito se mantuvieran para las reuniones y discusiones entre ellos, pero que no se manifestaran en público.