Un tren para Coimbra
1.- Antonio de Oliveira Salazar. Doctor en Economía Política. Catedrático de la Universidad de Coimbra, la segunda Universidad más antigua de Europa. En el año 1926 fue nombrado ministro de Finanzas. Con este motivo exigió al presidente de la República portuguesa las necesarias garantías para aplicar su programa económico a la maltrecha economía. En el supuesto de que el Presidente no aceptara su programa “se volvería a su Cátedra de Coimbra en el primer tren que saliese”. La frase hizo fortuna en los ambientes políticos. Suele aplicarse en los casos de ciertos nombramientos políticos donde los candidatos, por su situación profesional y personal, en cualquier momento, pueden abandonar la actividad política sin que ello les suponga ningún tipo de lesión personal o familiar. En una palabra, sus espaldas económicamente están bien cubiertas y sin agujeros lesivos.


Cualquier espectador medianamente reflexivo de la sociedad actual no puede menos que experimentar un gran desconcierto –¿a dónde vamos a llegar?, decimos– ante ciertos comportamientos que indican que se ha perdido el sentido del límite en casi todo, pero muy especialmente en la dimensión moral. Nuestra sociedad se asienta sobre una gran contradicción: por una parte, en materias económicas y sociales, cada vez existe más control administrativo, más leyes, más disposiciones que limitan la libertad de actuación de los individuos y de los grupos; y por otra parte, en el orden de los comportamientos éticos, el talante pluralista y las leyes ultra liberales han abierto las puertas de la total permisividad sin apenas establecer límites, en una especie de reino de libertad gratuita en el que cada uno puede hacer lo que quiera.