Vergüenza periodística
He sentido vergüenza como periodista en más de una ocasión. No quiero acostumbrarme a deficiencias de nuestro trabajo, amparándome en que es un trabajo difícil. Nos llegan informaciones parciales, interesadas o tergiversadas con fines variopintos, que van desde el afán de notoriedad a la perversidad de hacer daño o buscar beneficios profesionales. Es nuestra “jungla”.
Con todas esas dificultades hemos de desarrollar nuestro trabajo, que muchas veces presta un gran servicio a la sociedad, pero que en otras ocasiones –por superficialidad o ligereza, por el afán de titulares aunque no respondan a la realidad, o por la causa que sea– nos obliga a ser autocríticos y reconocer errores. Todo profesional debe hacerlo. Sin ingenuidades ni utopías, no valen excusas, pues anda en juego nuestra credibilidad, la razón de ser del periodismo, que es informar, y no “desinformar”. Reglas de oro en el periodismo: documentarse con rigor, escuchar a las diversas personas implicadas en una información, y respetar la profesionalidad.