Agradecimiento y aclaraciones
Una vez conocido el desenlace del que iba a ser mi nombramiento como Director de Seguridad Nacional, ha llegado el momento de romper el silencio que la debida prudencia hasta ahora me había impuesto.
Antes de nada, a mi querido General Miguel Ángel Ballesteros, maestro y amigo, ya oficialmente nombrado para el puesto de Director de Seguridad Nacional, le deseo la mejor de las suertes, al tiempo que me pongo a su disposición para lo que precise.
Tampoco puedo dejar de mostrar mi agradecimiento al señor Presidente del Gobierno y a su jefe del gabinete, Iván Redondo, por haber pensado inicialmente en mí, lo que ya de por sí me ha supuesto un inmenso honor.

El mayor pecado de nuestro siglo es haber perdido el sentido del pecado”. La famosa frase del Papa Pío XII es un profundo diagnóstico de la situación moral de nuestra época que nos explica, desde su misma raíz, la actitud de innumerables hombres hacia la religión y hacia la ética. En este tema, lo que distingue a nuestra época de cualquier otra es una actitud mental. El pecado y la fragilidad moral es inseparable de la condición humana, pero antes se tenía conciencia de culpabilidad, y ahora se ha perdido esa conciencia. Tal situación, mírese desde donde se la mire, reviste una inmensa gravedad, porque no se trata de un simple cambio cultural o social, sino de la misma conciencia del hombre, de su ser más íntimo y personal. Muchos valores de la ética, sobre todo los que regulan la dimensión íntima, han desaparecido del universo moral de nuestros contemporáneos.