Dimisión de Ribó
El alcalde de Valencia, Joan Ribó, está obligado a dimitir por coherencia con sus propias palabras. En marzo de 2016 el líder de Compromís afirmó que, si era imputado, estaba obligado a dimitir, no sólo “dispuesto a dimitir”, y destacaba que eso era lo coherente. Resulta que ahora Ribó está investigado –antes “imputado”– por prevaricación, tras una denuncia del Grupo Popular en el ayuntamiento por negarle el expediente administrativo relativo a una encuesta sobre el colectivo fallero en 2017. Y, por mucho que diga que es una casualidad que la imputación se haya conocido a la vez que la sentencia de la Gürtel valenciana, la realidad judicial es la que es: el hombre es esclavo de sus palabras, y dueño de sus silencios… si es que tiene palabra, claro.

El mayor pecado de nuestro siglo es haber perdido el sentido del pecado”. La famosa frase del Papa Pío XII es un profundo diagnóstico de la situación moral de nuestra época que nos explica, desde su misma raíz, la actitud de innumerables hombres hacia la religión y hacia la ética. En este tema, lo que distingue a nuestra época de cualquier otra es una actitud mental. El pecado y la fragilidad moral es inseparable de la condición humana, pero antes se tenía conciencia de culpabilidad, y ahora se ha perdido esa conciencia. Tal situación, mírese desde donde se la mire, reviste una inmensa gravedad, porque no se trata de un simple cambio cultural o social, sino de la misma conciencia del hombre, de su ser más íntimo y personal. Muchos valores de la ética, sobre todo los que regulan la dimensión íntima, han desaparecido del universo moral de nuestros contemporáneos.
Todas las instituciones civiles y diocesanas se están volcando en Valencia para recibir a los 629 inmigrantes del barco “Aquarius”.