El líder de Podemos siempre ha tenido un aire de enfado permanente, de vinagre. Lo justificaba diciendo que el pueblo sufría. Ahora se ve que sus fracasos electorales, demoscópicos y deterioro de su valoración en su propio partido revelan un ego muy herido.
A Iglesias no le ha hecho ninguna gracia lo de Tabarnia, y la presentación en clave de humor del presidente “en el exilio” Albert Boadella, exponiendo que la grave crisis catalana y de deterioro de la convivencia diaria –una tragedia diaria– también necesitan un poco de humor, para resaltar que la independencia es imposible, y por eso cabe el humor. No conviene agigantar todavía más la tensión, Puigdemont y cía han puesto en marcha un circo de ninguna gracia, y cabe hacerla con un “procés” de pandereta.