TIEMPO MUERTO
Admiro a los periodistas profesionales. Al mismo tiempo los compadezco. Día a día, haga frío o calor, haya noticias importantes o no las haya, tienen que escribir, informar, trabajar. Qué suerte tenemos los periodistas accidentales que podemos permitirnos el lujo de escribir solo cuando hay alguna novedad que nos parece relevante o cuando nos sentimos inspirados.
A los políticos les ocurre algo parecido: solo trabajan cuando intuyen que ya no hay más remedio que hacerlo y ello suele ser cuando se acercan las elecciones, es decir, cada cuatro años. El largo intermedio puede considerarse como un tiempo muerto en que los partidos, los políticos, pueden vaguear y como consecuencia, actuar de forma absurda, sorprendente para la ciudadanía en general que observa atónita la actuación de sus dirigentes.
Veamos algunos ejemplos: ¿A quién no le está sorprendiendo ver a Sánchez paseándose casi del bracillo con la endomingada Yolanda Díaz, por los jardines de La Moncloa, haciéndose arrumacos, engordando el ego de la disfrazada comunista?