Geopolítica de la diplomacia:de la clásica a la digital (II)
La diplomacia coercitiva
«Se puede hacer mucho con la diplomacia, pero desde luego se puede hacer mucho más si la diplomacia está respaldada por la imparcialidad y la fuerza».
Kofi Annan. Ex secretario general de Naciones Unidas.
Es opinión generalizada que para que la diplomacia puede ejercer con eficacia su función básica de conseguir ventajas para su país, es imprescindible que cuente con el respaldo de una fuerza, de un instrumento coercitivo, cuya mera amenaza, por distante que sea y por nula que sea su mención directa durante las negociaciones, le dé credibilidad, prestigio y poder de convencimiento.

El mayor pecado de nuestro siglo es haber perdido el sentido del pecado”. La famosa frase del Papa Pío XII es un profundo diagnóstico de la situación moral de nuestra época que nos explica, desde su misma raíz, la actitud de innumerables hombres hacia la religión y hacia la ética. En este tema, lo que distingue a nuestra época de cualquier otra es una actitud mental. El pecado y la fragilidad moral es inseparable de la condición humana, pero antes se tenía conciencia de culpabilidad, y ahora se ha perdido esa conciencia. Tal situación, mírese desde donde se la mire, reviste una inmensa gravedad, porque no se trata de un simple cambio cultural o social, sino de la misma conciencia del hombre, de su ser más íntimo y personal. Muchos valores de la ética, sobre todo los que regulan la dimensión íntima, han desaparecido del universo moral de nuestros contemporáneos.