España y sus absurdos
Comparándonos con la gente de otras latitudes, uno de los signos distintivos de los españoles es nuestra falta de patriotismo, hasta el punto de que hablar mal de España suele ser el ejercicio habitual de la mayoría de nuestros conciudadanos. “Oyendo hablar a un hombre, es fácil acertar dónde vio la luz del sol; si os alaba Inglaterra, será inglés; si os habla mal de Prusia, es francés; y si habla mal de España, es español”. La famosa opinión de J.M. Bartrina, ya en el siglo diecinueve, es muy certera y describe una realidad absurda que debería llenarnos de vergüenza. Pero este sentir popular tiene un trasfondo ideológico e histórico, que ha sido estudiado por grandes intelectuales, como Menéndez Pelayo, Sánchez Albornoz, Maeztu, Ortega y Gasset, y Marías, entre otros. El “problema” España incluso ha atraído a intelectuales extranjeros -los “hispanistas” ingleses y americanos, sobre todo- que han estudiado nuestro país atraídos por la singularidad de sus contradicciones y grandezas.