Opinión

También es la hora de Ciudadanos

Mucho hemos escrito y hablado de que es la hora del PSOE, apelando a su responsabilidad como partido en la inédita situación parlamentaria española que se ha producido tras el 20-D. Pero Ciudadanos tiene, también, su hora en estos momentos, en que ha de primar la responsabilidad de Estado, por encima de tácticas y personalismos.

Albert Rivera ha declarado que ve al PP con un programa obsoleto, y al PSOE sin programa. Haciendo equilibrios continuamente, Rivera ha de ser consciente de que jugar a ser el fiel de la balanza con todos tiene muchos riesgos, para él y para Ciudadanos.

En el PSOE, al que acusa de no tener programa, es evidente que está primando el afán de Pedro Sánchez de ser presidente del Gobierno por encima de casi todo, o de todo. En el partido han intentado pararle los pies, porque los pasos de Sánchez a la desesperada pueden hundir todavía más al PSOE. Está por ver qué sucederá en el Comité Federal del 30 de enero.

La infidelidad de Puigdemont

La política todo lo aguanta, y se comprueba de nuevo. Si siempre hemos entendido la democracia como “un ciudadano, un voto”, Puigdemont ha pronunciado la falacia de que él quiere ser fiel al pueblo catalán. Mayor demagogia no cabe, pues él es infiel.

Carles Puigdemont, nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, parece habituado al juego de palabras, y también a vaciarlas de sentido. Su afán secesionista, y el de los partidos que propugnan la independencia catalana respecto a España, puede llamarse de muchas maneras, pero en ningún caso como reivindicación democrática a la que ser fiel como gobernante.

También recuerdan las palabras de Puigdemont el adagio “dime de qué alardeas, y te diré de qué careces”. Presumir de fidelidad democrática en su caso es bochornoso, cuando en las elecciones autonómicas catalanas ha quedado patente que la mayoría de los ciudadanos no quieren la independencia.

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