La despoblación como arma electoral
Rajoy anunció el pasado 14 de abril una inversión de 100 millones para la España rural. Ha hecho sus cálculos electorales y la España despoblada le puede servir de “granero” de votos y escaños, frente a un bisoño partido como Ciudadanos que no ha llegado todavía a calar en las zonas rurales.
El aparente “repentino” interés del presidente del Gobierno por la despoblación es una apuesta para las elecciones autonómicas y municipales de 2019, y las generales de 2020. Ciudadanos va comiendo terreno, según las encuestas, y según las encuestas ha reaccionado Rajoy, que es un buen jugador de ajedrez.
Todos los políticos relativizan las encuestas en público, pero toman buena nota en privado y actúan en consecuencia. Como las encuestas o sondeos marcan tendencias, esos datos marcan la agenda política. Para los ciudadanos, están lejanas las elecciones autonómicas y municipales –y no digamos las generales-, pero los políticos ya están de lleno en campaña.

El Corte Inglés de Castellón repitió este año la iniciativa de una lectura continuada, a lo largo de todo el día, el pasado lunes, en que celebramos el Día del Libro. Yo fui uno más de los 120 que leímos desde las 10 de la mañana, en turnos bien organizados por Pablo Sebastià, “El principito”, de Antoine de Saint Exupéry. Entre los más de un centenar de lectores estaba toda la sociedad castellonense –autoridades, periodistas, empresarios, escritores, artistas, políticos, etcétera-, y pienso que es una iniciativa positiva de respaldo generalizado a cuanto suponga incentivar la lectura, objetivo que siempre ha sido encomiable, y desde luego también en la actualidad.
Cualquier espectador medianamente reflexivo de la sociedad actual no puede menos que experimentar un gran desconcierto –¿a dónde vamos a llegar?, decimos– ante ciertos comportamientos que indican que se ha perdido el sentido del límite en casi todo, pero muy especialmente en la dimensión moral. Nuestra sociedad se asienta sobre una gran contradicción: por una parte, en materias económicas y sociales, cada vez existe más control administrativo, más leyes, más disposiciones que limitan la libertad de actuación de los individuos y de los grupos; y por otra parte, en el orden de los comportamientos éticos, el talante pluralista y las leyes ultra liberales han abierto las puertas de la total permisividad sin apenas establecer límites, en una especie de reino de libertad gratuita en el que cada uno puede hacer lo que quiera.
El lunes se presentó la nueva Exhortación Apostólica del Papa Francisco, “Gaudete y exultate”, fechada el 19 de marzo pasado. Son, como es habitual, las primeras palabras del texto, que le dan el título: “Alegraos y regocijaos”. Pero es que las dos Exhortaciones Apostólicas anteriores del Papa también llevan en su título la palabra “alegría”: la “Evangelii gaudium”, de 2013, y “Amoris laetitia”, de 2016. Tres importantes documentos del Papa actual, en seis años de pontificado, y que las tres llevan en su título la alegría, por lo que ya se ha ganado el calificativo que destaco, de “el Papa de la alegría”. Y todos coincidimos que hace falta: abunda la tristeza hoy en día. Destacar algo no es excluir otras ideas o virtudes, ni tampoco entrar en comparaciones con otros Pontífices.