Pedro Sánchez aporta muchos titulares, nos lo pone fácil. También tiene aciertos, como cuando ha afirmado que el independentismo vive del conflicto.
Sin embargo, lo que nos suscita semejante afirmación del presidente del Gobierno es una evidente crítica, ya que la pregunta es inevitable: ¿cómo calificar a quien se apoya en los que viven del conflicto, como él? Podría servir el calificativo de super-conflictivo, o bien el de cínico.
Sánchez ha logrado que no nos creamos ni lo que dice ni lo que hace. Es un ego permanente, cambiante según las circunstancias, y nadie duda de que, si necesita de nuevo el apoyo de los independentistas para ser presidente del Gobierno tras el 28-A, lo hará, como lo hizo tras la moción de censura.
Lo de Pedro Sánchez es un monumento al descrédito de los políticos. En la calle abunda el comentario de que puede hacer una cosa y la contraria, según le interese. No es fiable, ni siquiera para Podemos, que curiosamente también le aupó hace unos meses.
El libro "Manual de resistencia", que le han escrito, esta generando ya un considerable número de críticas y bromas, como la de Pablo Casado, diciendo que ya puede ir empacando el colchón de Moncloa, tras su cursilada en el libro sobre que el colchón fue su primera decisión como presidente del Gobierno.