Sentido común en Navidad

Estos días pasados, con el epicentro en la celebración de Nochebuena y Navidad, además del festivo este año de San Esteban, ofrecen multitud de comentarios en las reuniones familiares o con amigos, además de observaciones de interés.

El sentido cristiano de estas fiestas se ha ido perdiendo, pero tal vez por eso mismo se observa –y se comenta– un renacido interés de algunos para que haya belenes en casas y despachos, como reacción a un planteamiento de meras vacaciones, copiosas comidas y cenas. Lugares donde otros años no se ponían belenes han visto este año cómo se recupera esta tradición. No sé si es mera apreciación personal o es algo generalizado, pero es una muestra de preservar el sentido de estas fiestas, que a mí me parece positivo.

Si se hubieran celebrado elecciones el 18-D

En unos momentos de incertidumbre y cambios políticos en Europa, nos queda la curiosidad de qué resultados electorales se hubieran producido de haberse celebrado las elecciones generales el pasado domingo, el 18-D. Al margen de que la mayoría hemos recibido como buena noticia que no hubiera una tercera convocatoria en un año.

Se han publicado encuestas de qué hubieran arrojado las urnas el 18-D, y parece lógico: el PP subiría en diputados, Podemos pasaría al PSOE y Ciudadanos se mantendría. Pero ya digo que “parece”, pues las urnas podrían habernos deparado sorpresas.

Soy de los que no he acertado en el referéndum del Brexit –pensaba que no triunfaría– ni en las elecciones norteamericanas, en las que estaba convencido de que ganaría Clinton y no Trump. Se ve que no valoraba el clima de cambio que había en Gran Bretaña y en Estados Unidos, aunque me consuela que soy de la mayoría.

Ser o Estar

…”Aquí la necesidad no es infamia; y si es honrado, pobre y desnudo un soldado tiene mayor calidad que el más galán y lucido; porque aquí a lo que sospecho no adorna el vestido al pecho que el pecho adorna al vestido… (Calderón de la Barca)

La espontaneidad contra la norma

Al analizar una crisis, lo más importante es determinar la actitud de fondo que la produce. Actitud, preciso es decirlo, que suele estar oculta y subconsciente, y que hay que ponerla a la luz si queremos comprender el sentido global de sus múltiples manifestaciones. Y este es el tema que ahora nos ocupa. La honda crisis que el catolicismo viene padeciendo desde hace algunos lustros ha sido analizada desde muchos ángulos, pero no se ha llegado a desvelar, creemos, la actitud que está en su base. Es ya un tópico decir que se trata de un cambio de mentalidad para adecuar a la Iglesia a una nueva situación histórica; la crisis, en este supuesto, sería la convulsión inevitable de todo reajuste. Esta tesis, aparte de encerrar un juicio positivo sobre la crisis —y seguramente por ello—, parece ignorar lo más importante; a saber, que la crisis está producida por una tendencia incontrolada hacia la liberación, por un talante vital que poco tiene que ver con la mentalidad renovadora.

Hablar en público, asignatura pendiente

Ahora que está reciente el informe PISA sobre la calidad de la educación y la mejora en algunos aspectos de los estudiantes españoles, sigo echando en falta una mayor preparación sobre cómo hablar en público, ya desde la adolescencia, por poner una referencia.

Siempre he agradecido que en el centro escolar donde yo estudiaba el profesor de Lengua daba importancia a expresarse en público, no sólo a leer y escribir con corrección, que ya es algo muy importante. Y como parte de la asignatura exponíamos cada uno diversos temas, y luego se hacían observaciones por parte del resto de los alumnos y del profesor.

Seguro que yo puedo mejorar mucho en cómo expresarme en público, pero las lecciones de aquella época de mi vida me han ayudado mucho: valorar algo y dedicarle un tiempo ya es una inversión rentable para toda la vida. Y cuando se comprueba su eficacia, se cuida mejor.

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