Los privilegios de la Iglesia Católica
Un líder decadente, de habilidosa y torticera palabra, buscaba votos desesperadamente. Las encuestas eran tozudas y auguraban resultados electorales nada prometedores. Entre sus recursos dialécticos preferidos proponía romper el concordato con la Iglesia Católica y acabar de una vez con los privilegios (sic) otorgados a la Iglesia. Con un recurso tan torpe como poco inteligente, buscaba arañar un puñado de votos entre los sectores más antirreligiosos de nuestra sociedad.
Era un recurso perverso. Este líder –antiguo alumno del madrileño Colegio del Pilar- sabía muy bien que no existen tales privilegios. No importaba. En este personaje, discípulo aventajado del florentino Maquiavelo, el éxito político siempre prevalece sobre los medios. No importa la ética ni la verdad. Que se lo pregunten a la señora Chacón.



 La profanación eucarística en la iglesia de Caudiel, hace tres días, es ya la tercera que sufre la diócesis en 8 meses. Antes, en Teresa – mayo pasado – y en Vila-real, en la Basílica de San Pascual Bailón, el pasado mes de julio. Sólo una de ellas es motivo de dolor y rechazo, para creyentes y no creyentes, pero es que se trata de tres en pocos meses.
La profanación eucarística en la iglesia de Caudiel, hace tres días, es ya la tercera que sufre la diócesis en 8 meses. Antes, en Teresa – mayo pasado – y en Vila-real, en la Basílica de San Pascual Bailón, el pasado mes de julio. Sólo una de ellas es motivo de dolor y rechazo, para creyentes y no creyentes, pero es que se trata de tres en pocos meses.