Promesas electoralistas
Ali Brancal, la vicealcaldesa de Castellón, tendría que haber dimitido ya, porque está incumpliendo su código ético firmado ante notario en 2015, al estar ahora investigada –imputada– judicialmente. Se lo piden los socialistas y Esquerra Unida, además del PP. Le importa más aferrarse al cargo que cumplir una promesa y le importa más la poltrona que el bien de su partido, Compromís, a pocos meses de las elecciones municipales. Los políticos tienen una habilidad evidente para disfrazar e interpretar promesas, que ellos conocen y los ciudadanos atisban. Detectamos esos incumplimientos cuando tocan el bolsillo. Ali Brancal quiso abanderar una regeneración ética de un modo concreto, y ha de ser consecuente, sin caer en reproches al PP, sin despejar balones.