Cultura

El idioma valenciano en la Roma de los Médicis (I)

('Historias del idioma valenciano', Valencia, 2003, p.52)

En 1517 el trotamundos extremeño Torres Naharro publica en Nápoles la Propalladia, obra que refleja ambientes romanos donde el optimismo de las triunfantes tropas españolas alterna con la picaresca de bellas cortesanas, escuderos raposos, ermitaños intrigantes, siervos de cardenales, etc. En una Roma culta y sibarita, el hormiguero humano de italianos, tudescos, valencianos, castellanos y franceses inspira cómicos enredos sobre asuntos de Venus y Baco.

La llengua valenciana en Catalunya (II)

En l’articul anterior reivindicava lo que hasta fa quatre dies ningu es questionava: la supremacia de la llengua valenciana front a la catalana, i com tenien que beure el catalans en la cuna del saber valencià per tal d’ilustrar la seua cultura, carent de continguts relevants. Be es cert que, una vegada adquirits eixos coneiximents, els catalans, en la nostra desinteressada i cordial ajuda, despres els han utilisat per a apropiar-se’ls i presentar-los com a propis. Pero mentres tant, i abans d’aixo, es continuaven publicant en Catalunya les obres escrites en llengua valenciana.

La famosa obra del nostre escritor Joan Roïç de Corella, Primera part del Cartoxa, es publicava en Barcelona l’any 1518, i com consta en el seu colofo: ‘‘... trelladada de lati en valenciana lengua’’.

El prolific autor valencià Miquel Pereç, reestampa en la Ciutat Comtal, tambe en 1518, el Libre del menyspreu del mon e de la imitacio de Jesuchrist, i diu: ‘‘aiixi mateix en valenciana prosa’’.

El cuadrado mágico del adoctrinamiento catalanista

1

El llamado cuadrado mágico era una ordenación enigmática de números que debían ser interpretados con lecturas en diagonal, a la inversa, en vertical, espiral, etc. Los autores cristianos preferían sustituir cifras por palabras de lectura enrevesada mediante recursos gráficos que, en ocasiones, alternaban latín y griego con lenguas vulgares.

La llengua valenciana en Catalunya (I)

Estic convençut de que els valencians (valencianistes) tenim un do especial per a aguantar les humillacions dels manipuladors de tanda, tant dels de fora de nostra Patria, com dels de la nostra casa (d’ahi la postilla de “valencianistes”, adjetiu utilisat i assumit inclus per els que no creuen o defenen la personalitat valenciana, cas dels catalanistes, o dels espanyolistes centralistes amagats de pseudovalencianistes). Les distorsions cognitives que patixen els porta a creure’s eixe mon artificial inventat per ells mateixos, sense donar-se conte de que la veritat esta per damunt de les seues usurpacions i felonies. I es que, per molt que alguns s’empenyen en distribuir panflets per a desvirtuar la realitat, i aixina poder presentar com a propi lo que es alie, ni la realitat ni l’historia poden canviar-la.

El origen íbero del Valenciano IV

  1. El truco del ibero: sí, al ibero-catalán; no, al ibero-valenciano

El hibridismo ibero-catalán  es atractivo para los estudiosos expansionistas, aunque  hay que reprocharles que se apropien de ancestral léxico valenciano para dar peso a su argumentación. Sueñan con ampliar fronteras, pero fallidas por burdas e hirientes las estrategias de la Gran Cataluña y los ficticios Países Catalanes, ahora perfilan otra añagaza geopolítica que, si triunfara, significaría la legalización intelectual de la expansión.

El planteamiento es sencillo: el pueblo ibero habría tenido en Cataluña su núcleo matriz, de donde irradiaría idioma y cultura hacia Almería por el Sur y, por el Norte, hasta Marsella (Vidal, p.17). En el libro hay un significativo capítulo dedicado a “El Lenguadoc iberizado” (p.634), fundamentado en algo de epigrafía, cuatro apuntes de antroponimia, vagas citas sobre ligures e iberos y, sobre todo, mucha especulación nacionalista.

El origen íbero del valenciano III

  1. Eutropio de Valencia, entre iberos y visigodos valencianos del año 600

Un ibero-valenciano del s.II que naciera, valga el ejemplo, cerca de Bugarra o Moixent apenas conocería más lugares a lo largo de su vida y, posiblemente, su lengua ibera sería casi ininteligible a otro ibero de Almería o Tarragona. La ruralización de la sociedad, los peligros de viajar por un territorio sin protección y las escasas y deterioradas calzadas imperiales — especialmente a partir del siglo V—, impedían el desplazamiento en gran parte de su recorrido; factores que provocarían la partición dialectal de la lengua derivada de la ibera, pero no su desaparición. Desgraciadamente, la Alta Edad Media es período de sombra documental, con apenas datos orientativos sobre la transformación y fusión del ibero en el protovalenciano.

El origen íbero del valenciano II

  1. Más cientifismo en la Batalla de Valencia: la ‘hostia ibero-catalana’

El Ministerio de Cultura de España, generoso con lo que suponga fomentar el expansionismo catalán, sembrar el caos territorial y destruir a los valencianos, otorga subvenciones para editar obras como ‘Los vínculos europeos del substrato íbero. Substrato en  el catalán’ (Barcelona, 2009), de Joan C. Vidal (Vilafranca del Penedès, 1975), iberista que participa junto al colaboracionista Rafael Carril de Játiva en las actividades de la Fundació d'Estudis Històrics de Catalunya. Ayudando al futuro ‘Imperi Català’, el iberista Vidal también cuida la nomenclatura para que lo ‘valenciano’ sea gentilicio a destruir, innombrable. Así, tratando de protolenguas o idiomas de los siglos oscuros medievales, cita al... ¡levantino!:

«vasco, castellano, mozárable levantino, aragonés, portugués, etc.» (Vidal, p.20).

El origen íbero del valenciano I

En septiembre de este 2013, pensando en la controversia sobre las raíces iberas del valenciano (escaramuza estival entre insólitos personajes, dentro de la Batalla de Valencia), fui a observar el nacimiento del Ebro. En Fontibre contemplé el pequeño estanque y manantial considerado, hasta hace poco, origen del río que da nombre a la península Ibérica. Al lugar acuden numerosos visitantes desconocedores de que nace 20 kilómetros arriba, en el Alto Campoo. Hacia allí, remontando el cauce del Híjar, llegué al verdadero punto  cero. Fue en 1987 cuando unos científicos del Instituto Geológico y Minero colorearon las aguas del Híjar y, como un Guadiana, observaron que resurgían en el manantial de Fontibre. Hasta esa fecha, quien hubiera negado que el Ebro nace en Fontibre hubiera sido catalogado de ignorante o visionario. El interés en que el turismo siga dejando beneficios mantiene el equívoco. Aquel día, mientras Fontibre rebosaba de turismo patrio, en la magnífica fonda ‘La Casuca’, junto al Híjar, estábamos cuatro gatos.

Suscribirse a Cultura