La palabra y la palabrería
En cierto sentido, la vida humana es palabra y se compone de palabras, ya que a través de ellas nos realizamos a nosotros mismos y realizamos nuestro mundo en relación con las demás personas. Tan importante es esta dimensión, que la Palabra o el Verbo pertenece a la misma esencia de Dios en la segunda Persona de la Santísima Trinidad, y es esta Palabra la que se hace hombre en Jesucristo para salvarnos. Sin palabras no existiría propiamente el mundo humano. ¿Podríamos ni siquiera imaginarnos el mundo de los hombres, con sus infinitos aspectos, ansiedades y problemas, sin palabras habladas o escritas?... Sería como el mundo de los animales, en el que sus necesidades y relaciones se expresan solamente a través de gestos, voces y gruñidos. Los seres humanos somos esencialmente distintos de los animales, ciertamente, pero la manifestación más evidente de esta diferencia esencial es ésta: los hombres podemos expresarnos por palabras, y los animales no.