El Cristianismo convertido en ética
Si analizamos el contenido de lo que hoy se predica y se enseña en muchas iglesias y movimientos cristianos, advertiremos que se habla mucho de cómo debemos obrar los cristianos en nuestra relación con el prójimo, pero apenas se habla de la fe y de los misterios de la fe. El tema es siempre el mismo y reiterativo hasta la saciedad: que no debemos ser egoístas y buscar nuestro propio bien, sino el de los otros; que hay que preocuparse por los más pobres y marginados luchando por la justicia; que debemos amarnos como hermanos y ser solidarios, y así sucesivamente. En contraste con esta sobreabundancia de ideales humanitarios, llama la atención el silencio sobre el misterio de Jesucristo, los sacramentos, o las verdades de la vida eterna, como si esto no tuviera excesiva importancia y no fuera necesaria una catequesis específica sobre la fe. El trasfondo de esta nueva orientación doctrinal y práctica es bien claro.