Informar sobre el aborto no es coaccionar
El primer problema nacional parece haber pasado a Castilla y León, porque su vicepresidente autonómico, Juan García-Gallardo, ha afirmado que “si conseguimos salvar una única vida, todo habrá merecido la pena”, y se ofrece la posibilidad, de modo voluntario, de que las mujeres que vayan a abortar puedan escuchar el latido de su hijo solo si lo desean. Obsérvese: si lo desean pueden escuchar el latido.
Si se defiende la libertad, resulta complicado entender por qué se empeñan, especialmente desde el Gobierno, en tacharlo como una barbaridad. No buscan la libertad, sino la imposición de una ideología abortista a ultranza.
Vivimos en una sociedad trastornada. Hay muchas señales. A raíz de algunas noticias o hechos de estos días, me he acordado de Manolo, un amigo médico que ejerce en Murcia, y que me comentaba que es frecuente entre los murcianos acudir a la consulta alegando: “Tengo un trastorno”. Y Manolo intenta averiguar la dolencia. Trastorno sirve allí para casi cualquier molestia.