De todo hay en Navidad
La Navidad es una cita con la familia. Son fechas esperadas y deseadas en general, aunque algunos, probablemente por convertirlas en un maratón de viajes y comidas en exceso, están deseando que acaben y volver a la normalidad. De todo hay, y lo sabemos.
Si se celebran conservando su sentido religioso, familiar, alegre, solidario y moderado, se esperan con ilusión; si se asocia a desorden, consumismo, comidas interminables y tiranteces familiares, ya se ve que falla en su origen el planteamiento.
El consumismo hace que se vea inevitable engordar unos kilos en Navidad, las crisis matrimoniales o de otro tipo en las familias pueden darle un tono de distanciamiento o roces en unas fechas que llaman al afecto, a rehacer relaciones familiares a veces tontamente resquebrajadas.
Ir a lo esencial, también en Navidad, facilita conservar la identidad personal y cultural, y por tanto una sensación de paz y concordia que reconforta y anima. El Belén, los adornos navideños, los regalos de Reyes, los brindis y la solidaridad concreta le dan ese sentido.