Juan Cotino
Conocí a Juan Cotino en 1994, en Valencia. Su aspecto sencillo y sonriente hacía que el trato con él fuera agradable. Era entonces concejal del ayuntamiento de Valencia. Era fácil encontrar a Juan en diversos actos públicos, no solamente políticos, pues desde su juventud se prodigó en diversas iniciativas, que promovía o a las que se sumaba con facilidad y entusiasmo. Al poco tiempo de conocerle, coincidimos en la calle. Él iba acompañado por dos concejales más, que me presentó: uno de ellos era un joven, que yo no conocía todavía, llamado Francisco Camps.
Del conocimiento, pasamos a la amistad, y eso que entre políticos y periodistas no suele ser frecuente, porque un político “calcula” muy bien lo que dice a un periodista y piensa lo que espera de él; y un periodista, en principio, busca en un político obtener alguna información de peso, cualificada. Una relación políticos-periodistas siempre compleja que se mueve en el ámbito profesional: el periodista recela de un político, porque piensa que es un “vendedor” y calla realidades ocultas, que son precisamente las que le interesan a un periodista.
El fallecimiento de Juan me ha golpeado como amigo y como periodista. Nunca rehuía una cuestión: descolgaba el teléfono o te decía que te llamaría cuando pudiera, lo cual hacía normalmente el mismo día. Era consciente de las prisas que nos mueven a los periodistas, donde prima el “hoy”, incluso el “ahora”, a veces en exceso.