La hija de unos amigos, joven médica en un hospital de Valencia, cumple con su horario de trabajo, y colabora como voluntaria el resto del día en la zona afectada por las inundaciones. También acude los festivos y fines de semana. Saca fuerzas para cumplir con su horario de trabajo y, a la vez, ayudar todo lo que puede como voluntaria.
Es un ejemplo, entre miles, de lo que está sucediendo tras las inundaciones del 29 de octubre. Jóvenes profesionales y estudiantes no lo han dudado desde el primer día, y siguen al pie del cañón, pese a la lentitud y descoordinación de las instituciones, al margen los reproches políticos partidistas, porque por encima de todo quieren ayudar a las personas sin cálculos de ningún tipo.
Voluntarios de todas las edades, en su mayoría jóvenes, que acuden de otras provincias y comunidades autónomas, también de Teruel. Tengo grabadas las imágenes del “día después” con filas de voluntarios cruzando el puente para ayudar, con poco más que unas zapatillas, una pala y mochila o bolsa para llevar los primeros auxilios.