Érase una vez...
Érase una vez… Así comienzan en mis recuerdos infantiles los cuentos y las historias. Pues bien, he querido empezar estas líneas con esa frase, tan familiar para muchos, porque no quiero crear falsas expectativas en el posible lector. Lo que voy a relatar a continuación es una historia, un cuento o una fábula, como prefieran. La denominación es lo de menos.
El protagonista de esta historia es el cuco. Este pájaro, entiéndase en el sentido ornitológico y en el peyorativo del término, tiene un comportamiento, no generalizado, pero que practica con cierta frecuencia, un tanto peculiar y desde luego nada ejemplarizante.
El comportamiento al que me refiero tiene que ver con su nada edificante facilidad para depositar sus huevos en el nido de otras aves de menor tamaño. Con esta acción se libera de la obligación de la incubación, del cuidado y de la alimentación de su progenie. Él puede depositar el huevo en un nido ajeno. Los propietarios del nido lo asumen como propio y le dedican todos los cuidados. Llegado el momento de la incubación se beneficia del calor de unos padres responsables que, llevados por su instinto, lo cobijan junto a los suyos.