Con la llegada de las fiestas navideñas, la solidaridad llama a nuestras puertas. Se puede escuchar esa llamada, o hacerse el remolón o el despistado. Lo más frecuente es que se remueva en todos las necesidades de los demás, a veces muy cerca de nosotros. Cerca o lejos, tenemos la convicción de que hay muchas personas más necesitadas que nosotros, aunque pasemos por apuros. Muchos hogares en Castellón necesitan ayuda económica, y lo sabemos. Lo que sucede es que, con el ajetreo de estas fiestas, se puede perder la perspectiva de la solidaridad, dejándonos llevar por la superficialidad, y también por una abundancia e incluso derroche que debería hacernos reflexionar.
Navidad es, especialmente, tiempo de solidaridad, y de ejercerla materialmente, no sólo con una mera compasión. En ocasiones nos gustaría ayudar económicamente, pero el cauce concreto nos ofrece dudas, por su complejidad o por falta de conocimiento de las necesidades básicas de miles de familias.