Proliferan los balances institucionales respecto a 2020, y todos prácticamente coinciden en destacar el dolor por la pandemia que estamos sufriendo y el balance positivo para la institución correspondiente.
No sólo Pedro Sánchez, hablando que ha cumplido una cuarta parte de sus compromisos, sino basta repasar balances de presidentes de Diputaciones, alcaldes, o grupos empresariales. Sólo les falta pedirnos que les felicitemos y agradezcamos lo que han hecho.
Lejos de mí pretender que hagan autocrítica en público, porque me parece que es pedir peras al olmo. Pero un poco más de mesura deberían tener, para no hacer el ridículo, no caer en la vanidad vacía… porque quienes les oímos o leemos tenemos memoria, y tal vez esa autocomplacencia aviva el dolor.
Reconozcámoslo claramente: el dolor de 2020 está plagado de incompetencias nacionales y autonómicas, retrasos injustificables y sectarismos. Sólo hace falta mencionar la sanidad o el drama de las residencias de ancianos.